Manejar las emociones en ambientes laborales requiere de autocontrol. Siempre se daran situaciones que alteren el nivel emocional. Existen diversas cuestiones que pueden preocuparnos: situación económica, problemas para desplazarse al ir o volver del trabajo, algún problema de salud en la familia, menores o adultos a cargo. Lo importante es no perder el equilibrio emocional ante la adversidad. Las reacciones cargadas de emoción generalmente son contraproducentes para el buen funcionamiento del equipo, en cualquier caso extremo.
Cada uno desarrolla, a lo largo de su vida, métodos de afrontamiento para manejar las emociones y los momentos difíciles, pero por desgracia, no son siempre los más adecuados. Sabiendo eso, es favorable para una empresa que sus trabajadores tengan herramientas psicológicas y que adquieran habilidades para controlar sus emociones.
La capacidad de autocontrol es fundamental para promover y mantener buenas relaciones, es una de las competencias que más se valoran en los entornos sociales y en las empresas.
Las formas erróneas de comunicar y actuar nos alteran, mientras las personas emocionalmente equilibradas favorecen, con una comunicación sana y adaptativa, el buen funcionamiento de un equipo de trabajo.
Podemos decir que, un empleado capaz de manejar de manera adecuada sus emociones, se muestra asertivo y comunicativo, favorece el buen clima laboral, mientras, un trabajador que se deja llevar por sus emociones en situaciones tensas puede generar más conflictos en el equipo, con los clientes, desarrollar adicciones no deseadas, etc.
Aquí dejamos algunas recomendaciones para poder gestionar las emociones de la mejor manera en el trabajo:
Ante una situación, siempre se desencadena un procesamiento, es decir, un componente cognitivo (pensamiento) que le da un valor o un significado a esa situación, que afecta directamente a como nos sentimos. Por esta razón nuestros pensamientos se convierten en la fuente principal de nuestra alteración.
Hay que saber detectar y controlar los pensamientos que se generan como reacción a las distintas situaciones a las que nos enfrentamos. Esta es una de las habilidades más valiosas para mantener el autocontrol emocional.
Unos ejemplos típicos de tales errores de pensamiento son:
El otro componente de la regulación emocional es el control corporal, ya que la intensidad de los sentimientos está estrechamente relacionada con la activación fisiológica.
La relajación muscular y el control de la respiración, entre otros, permiten regular los síntomas producidos por la alteración y la intensidad de las emociones.
Para modificar una conducta es fundamental observar y describir la situación y comprender la conducta, el pensamiento y las emociones en dicha situación. Al tener esta habilidad se puede aprender en autocontrolar de forma tanto interna como externa esta conducta no deseada y dejar paso a otra conducta sana.